miércoles, 18 de mayo de 2011

Orar con Salmos.

Los salmos que encontramos en la Biblia son oraciones escritas bajo inspiración divina, para las asambleas de Su pueblo, lo que les da un valor muy especial. Porque podemos leer muchas oraciones hermosas y muchos libros sobre la oración, pero en los salmos es Dios mismo quien nos enseña a orar.

Es importante saber que no se pueden rezar todos los salmos del mismo modo. Cada uno refleja una situación especial. Algunos son lamentos de una persona enferma o el clamor de una persona perseguida. Otros se usaban en las peregrinaciones, cuando los judios iban a las fiestas de Jerusalén. Y están, entre tantos otros, aquellos que son cantos al rey elegido por Dios. Por esta razón es que debemos leer atentamente cada salmo, hasta entender lo que esencialmente expresa. Entonces sí podremos utilizarlo para rezar.

Siempre habrá que tener en cuenta que los salmos son poesía, y, como tal, están llenos de expresions simbólicas y alegóricas, que no se deben tomar al pie de la letra, pero que portan (y aportan) una profunda riqueza espiritual.


Los cuatro grandes modos de orar.


Cualquiera sea la forma de oración que se practique, la intención de la misma siempre será alguna, (o más de una), dentro de estas cuatro:

De agradecimiento.
De adoración.
De súplica.
De reparación.

Es importante que en la plegaria personal, alguna de estas formas esté presente, aunque en determinadas ocasiones predomine alguna en particular. Cada una de ellas son maneras distintas de aproximarnos a Dios.
Por lo cual se requieren expresiones de gratitud, pedidos de ayuda, palabras de arrepentimiento y de reconciliación. La ausencia de alguna de estas formas de comunicación es una muestra de vínculo incompleto.

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